
La política en Colombia nunca decepciona: cuando parece que todo está dicho, aparecen giros inesperados. Ahora, en plena antesala de la consulta presidencial del Pacto Histórico, dos de sus figuras más visibles —Gustavo Bolívar y María José Pizarro— se bajan de la carrera y anuncian su respaldo a Iván Cepeda.
La noticia cae como un remezón dentro de la coalición de gobierno. Por un lado, proyecta la imagen de una apuesta por la unidad. Pero por el otro, deja claro que los temores internos frente a Daniel Quintero pesan tanto, que incluso las ambiciones presidenciales deben ser sacrificadas.
Pizarro: entre el CNE y el discurso histórico
La senadora María José Pizarro tuvo que aceptar un revés que venía anunciándose: el Consejo Nacional Electoral le cerró las puertas a su candidatura. En medio de ese bloqueo institucional, optó por darle un giro político a su derrota.
“Me pongo del lado correcto de la historia”, dijo al anunciar su respaldo a Iván Cepeda. La frase suena fuerte, pero también evidencia que, más que una renuncia voluntaria, se trató de una salida obligada.
Bolívar: la política de principios contra la política de conveniencias
El caso de Gustavo Bolívar es diferente. El escritor, exsenador y una de las voces más fuertes del progresismo, sorprendió con una renuncia cargada de críticas.
Bolívar no quiso arriesgarse a terminar apoyando a un candidato en el que no cree. Su blanco directo: Daniel Quintero, a quien señala de incoherente y con cuestionamientos judiciales.
Su mensaje fue claro:
“No puedo caer en la incoherencia de apoyar a un imputado por corrupción.”
En un país donde la política se mueve por cálculos y favores, Bolívar eligió el camino de la coherencia. Eso lo hace ganar en ética, pero deja la pregunta abierta: ¿se trata de un acto de grandeza o de un movimiento táctico para evitar que Quintero crezca dentro de la consulta?
Cepeda: el hombre del momento
Con Pizarro y Bolívar de su lado, Iván Cepeda emerge como la carta más sólida del Pacto. Perfilado como el “candidato de la coherencia” y símbolo de lucha contra la corrupción, Cepeda capitaliza este reacomodo como un triunfo anticipado.
Su respuesta en redes fue elocuente: agradeció el respaldo y habló de construir “la segunda fase de la transformación social y la rebelión ciudadana contra la macrocorrupción”. Palabras grandes, que ahora deberá convertir en estrategia y votos.
Unidad a la fuerza o fractura encubierta
Aquí está el punto editorial: lo que se vende como unidad también puede leerse como un bloqueo interno. Bolívar y Pizarro se unen a Cepeda, sí, pero sobre todo para cerrarle el camino a Daniel Quintero.
El Pacto Histórico intenta mostrar músculo político, pero la realidad es que sigue cargando con viejas fracturas: tensiones entre partidos, vetos cruzados y el fantasma de la incoherencia. En política, un enemigo interno suele ser más peligroso que cualquier oposición externa.
Lo que viene
De cara a la consulta del 26 de octubre, Iván Cepeda queda fortalecido. Sin embargo, la renuncia de dos figuras de peso deja preguntas que no se resuelven con discursos:
-
¿Es esta la verdadera unidad del Pacto o solo un pacto anti-Quintero?
-
¿Podrá Cepeda traducir este espaldarazo en respaldo ciudadano real?
-
¿Hasta dónde está dispuesto Bolívar a “esperar en la reserva” para volver al ruedo si Quintero crece?
La política colombiana es un ajedrez donde las jugadas nunca son definitivas. Lo que hoy parece un triunfo de la unidad puede convertirse mañana en una nueva fractura.
Por ahora, lo cierto es que Iván Cepeda se sube al centro del tablero, y el Pacto Histórico arranca la campaña presidencial con un mensaje contradictorio: hablan de unidad, pero actúan con desconfianza.