
Un giro inesperado en la hoja de ruta del Pacto
El Pacto Histórico, principal fuerza política de izquierda en Colombia, sorprendió con un comunicado en el que anunció que no realizará la consulta interna prevista para el 26 de octubre de 2025. El proceso, que debía definir al candidato presidencial de la coalición, quedó suspendido pese a las medidas cautelares adoptadas por el Tribunal Superior de Bogotá tras las tutelas interpuestas por los precandidatos Gustavo Bolívar y Carolina Corcho.
El argumento oficial: las incertidumbres jurídicas frente a la fusión del naciente partido y las fracturas internas entre las precandidaturas.
Pero el trasfondo es mucho más complejo: el movimiento de Gustavo Petro aplaza una decisión crucial, y al hacerlo, abre un nuevo capítulo de interrogantes en la carrera hacia las elecciones de 2026.
El lío jurídico que detonó la suspensión
La consulta interna venía tambaleando desde que el Consejo Nacional Electoral (CNE) condicionó la fusión del Pacto Histórico, dejando por fuera a tres piezas clave: Colombia Humana, Progresistas y la Minga Indígena.
Esto generó una tormenta interna. Precandidatos como Bolívar y Corcho interpusieron tutelas para defender su derecho a participar, alegando que el fallo del CNE limitaba la libre asociación política y ponía en riesgo la democracia interna.
Aunque el Tribunal Superior de Bogotá ordenó medidas cautelares para habilitar la inscripción provisional de aspirantes, el Comité Político del Pacto decidió dar un paso atrás. En palabras de su comunicado:
“Respecto a la selección de la precandidatura presidencial, y considerando la falta de certezas jurídicas que garanticen la participación de la candidatura escogida en una consulta del Frente Amplio, hemos resuelto priorizar dicha consulta como el espacio definitivo que asegure la elección de opción ganadora de cara las elecciones presidenciales”.
Choques internos: Bolívar vs. Quintero
La decisión no solo obedece a temas legales. Al interior del Pacto se venía cocinando una fractura política entre sus precandidatos.
Los roces entre Gustavo Bolívar, exdirector del DPS y figura cercana a Petro, y Daniel Quintero, exalcalde de Medellín cuestionado por varios sectores, evidenciaron que la competencia interna podía derivar en un desgaste innecesario.
Bolívar, con su discurso de radical oposición a la derecha, y Quintero, con un estilo más pragmático y populista, encarnaban dos proyectos que difícilmente podían convivir bajo un mismo paraguas sin abrir heridas en el electorado de izquierda.
La consulta prometía ser un escenario de confrontación, y no de unidad.
El plan alternativo: consulta en el Frente Amplio
El comunicado deja claro que la apuesta no se abandona, sino que se traslada al Frente Amplio, el espacio que busca agrupar a fuerzas progresistas y de izquierda más allá del Pacto Histórico.
La idea es que sea allí donde se defina al candidato presidencial único, garantizando que quien resulte ganador tenga respaldo no solo de la coalición petrista, sino también de aliados como sectores sociales, indígenas y progresistas que aún no han logrado integrarse formalmente al Pacto.
Es, en otras palabras, un cambio de cancha: de una consulta cerrada a una consulta interpartidista más amplia.
Y las listas al Congreso, ¿qué?
Mientras la consulta presidencial queda en veremos, el Pacto sí definió cómo escogerá sus listas al Senado y a la Cámara para las legislativas de marzo de 2026.
El mecanismo será la consulta interpartidista del 26 de octubre, pero aplicada únicamente para las listas al Congreso.
El partido inscribirá precandidaturas que conformarán listas cerradas, paritarias y con alternancia de género, en línea con el reglamento aprobado por su Comité Político.
En palabras de la colectividad:
“Ante las circunstancias jurídicas que actualmente nos impiden realizar consultas como movimiento unificado, hemos decidido acudir al mecanismo de consulta interpartidista para definir exclusivamente nuestras listas al Senado y a la Cámara de Representantes”.
Esto asegura que el Pacto llegue con listas consolidadas y bajo la bandera de un partido único, incluso mientras sigue pendiente la definición del candidato presidencial.
Unidad en discurso, divisiones en la práctica
El comunicado insiste en la unidad:
“Reafirmamos nuestra decisión de constituirnos en un solo movimiento político que represente a las mayorías nacionales como organización de izquierda y progresista”.
Sin embargo, la realidad muestra grietas. La exclusión temporal de Colombia Humana y Progresistas, la rivalidad entre precandidatos y la incertidumbre jurídica ponen en duda la cohesión de la coalición.
La apuesta por un mecanismo futuro —la consulta del Frente Amplio— parece más un salvavidas que una estrategia sólida.
Impacto político inmediato
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Desgaste en la opinión pública: El aplazamiento puede ser interpretado como improvisación.
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Ventaja para la oposición: Mientras Uribe y Vargas Lleras avanzan en su cumbre opositora para 2026, la izquierda luce dividida.
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Riesgo de abstención: Si la base petrista percibe falta de claridad, la motivación de cara a 2026 puede disminuir.
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Escenario abierto para outsiders: La indefinición abre espacio a figuras externas o candidaturas independientes que logren conectar con el electorado joven.
¿Crisis o jugada estratégica?
La gran pregunta es si esta decisión refleja una crisis real de liderazgo en el Pacto Histórico o si es un movimiento calculado para evitar divisiones tempranas y llegar fortalecidos a la consulta del Frente Amplio.
Lo cierto es que, mientras la coalición de Petro reorganiza su hoja de ruta, la oposición avanza con disciplina en su propósito de presentar una fórmula unificada entre el Centro Democrático y Cambio Radical.
En política, el tiempo es poder. Y el Pacto parece estar perdiendo ambos.
Editorial
El Pacto Histórico no tendrá consulta presidencial este 26 de octubre. Lo que parecía un paso firme hacia la definición de su candidato terminó convertido en un laberinto jurídico y político.
Más allá de la justificación oficial, lo que se evidencia es la fragilidad de un proyecto que, aunque nació como símbolo de unidad, aún no logra consolidarse como partido único.
En un país donde la derecha ya prepara alianzas de peso, la izquierda corre el riesgo de llegar a 2026 con el pie cambiado. La consulta del Frente Amplio puede ser la carta de salvación, pero también podría convertirse en un campo de batalla donde las fracturas internas salgan a flote.
El Pacto Histórico tiene dos caminos: convertirse en la fuerza cohesionada que soñó Gustavo Petro, o repetir la historia de las coaliciones progresistas que se diluyen en sus propias tensiones.
El 2026 será el año de la verdad.