
El veredicto que sacudió la política colombiana
La historia política reciente de Colombia tiene un nuevo punto de inflexión: el expresidente Álvaro Uribe Vélez fue declarado culpable por los delitos de soborno en actuación penal y fraude procesal. La jueza Sandra Heredia, en una audiencia maratónica de más de ocho horas, argumentó con firmeza que Uribe manipuló testigos y escenificó una estrategia para desvirtuar las acusaciones en su contra. La Fiscalía solicitó una condena superior a los nueve años de prisión, mientras la defensa aboga por detención domiciliaria.
Este hecho, catalogado ya como “el juicio del siglo”, no solo representa una sacudida judicial, sino un terremoto con réplicas profundas en el tablero político del país, especialmente con las elecciones presidenciales de 2026 a la vuelta de la esquina.
¿Qué se probó en el juicio?
La jueza Heredia no se guardó nada. Durante su intervención, dejó claro que el expresidente escenificó una historia sabiendo que estaba siendo interceptado telefónicamente. En otras palabras: sabía que lo escuchaban, y aun así, intentó manipular la narrativa. Todo esto quedó registrado en sus conversaciones con su exabogado Diego Cadena, quien —según la Fiscalía— visitó internos en la cárcel de Cómbita para obtener declaraciones falsas.
Además, la togada consideró “disparatada” la manera en que testigos del uribismo trataron de contactar al exparamilitar Juan Guillermo Monsalve, pieza clave del caso. Testigos “alineados como planetas”, según Heredia, que de forma casi mágica aparecieron al mismo tiempo con versiones que favorecían al expresidente. Una escena que más parecía un libreto de teatro que una defensa judicial.
Iván Cepeda, el testigo clave que resistió
Entre las piezas fundamentales del caso se encuentra el testimonio del senador Iván Cepeda, declarado víctima en el proceso. Para la jueza, Cepeda actuó con seriedad, coherencia y sin intenciones de tergiversar la verdad. Su papel no solo fue central en la investigación inicial, sino también como contrapeso político y ético frente a la maquinaria del uribismo.
Las reacciones: entre el aplauso y la indignación
Celebraciones del progresismo
El fallo fue celebrado por líderes del Pacto Histórico y figuras de oposición. La senadora María José Pizarro calificó la decisión como un “triunfo para la justicia colombiana”, destacando el rol histórico de las mujeres que participaron en el juicio y enviando un mensaje directo de respaldo a Cepeda. Advirtió también sobre la necesidad de garantizar la seguridad de quienes hicieron posible esta decisión.
Desde el sector Verde, Camilo Romero fue más directo: “Termina la era de los intocables. El uribismo fue derrotado en la justicia y debe ser derrotado en las urnas en 2026”.
La contraofensiva del Centro Democrático
Como era de esperarse, los sectores uribistas estallaron. Paloma Valencia denunció una persecución política orquestada por el gobierno de Petro. “No es justicia, es miedo”, dijo. La senadora María Fernanda Cabal habló del “fallo de la infamia” y acusó al proceso de carecer de imparcialidad, mientras que Paola Holguín fue más allá: “Esto va más allá de un hombre. Es un juicio que define si en Colombia la justicia es imparcial o un arma política”.
¿Y ahora qué? El impacto en las elecciones de 2026
Este fallo no ocurre en el vacío. Llega en plena precampaña presidencial, con varios aspirantes en carrera, muchos de ellos herederos o críticos del legado uribista. El veredicto sobre Álvaro Uribe plantea una pregunta clave: ¿cuánto daño real le hace esto al Centro Democrático y a la derecha tradicional?
1. La narrativa del mártir vs. la del culpable
El uribismo tiene una habilidad probada para reconstruir narrativas. Podrían intentar convertir a Uribe en una figura perseguida por el “aparato estatal”, lo cual puede reforzar el voto duro. Sin embargo, el daño reputacional es inevitable, sobre todo con votantes jóvenes y urbanos que consumen información en tiempo real y valoran la transparencia institucional.
2. El dilema de los precandidatos uribistas
Figuras como María Fernanda Cabal o Paloma Valencia ahora enfrentan un escenario más complejo: defender un legado judicialmente cuestionado mientras intentan capturar el voto conservador no radicalizado. ¿Les alcanzará la gasolina del discurso victimista o será necesario un giro discursivo?
3. La reconfiguración del centro político
Sectores como el de Claudia López, ahora bajo la bandera de Con Claudia Imparables, buscarán capitalizar el “golpe ético” al uribismo. Lo mismo hará la Alianza Verde y otros sectores que han sido críticos de Uribe desde hace años. El escenario está servido para que el centro y la centroizquierda ganen protagonismo en la contienda de 2026.
¿Una justicia politizada o una justicia que por fin se sacude?
La polarización se ha reactivado. Para unos, el fallo contra Uribe es justicia tardía; para otros, un acto de venganza. Pero más allá del debate emocional, el precedente que deja este caso es enorme: ningún expresidente había sido juzgado y condenado penalmente en Colombia. Esto genera un precedente institucional que no solo marcará la historia, sino que podría fortalecer —o debilitar, según cómo se maneje— la credibilidad de la justicia colombiana.
Lo que viene: sentencia y segunda instancia
La jueza Sandra Heredia fijó para el 1 de agosto la audiencia de lectura de sentencia, en la que se conocerá la pena concreta para el expresidente. A partir de ese momento, comenzará el proceso de apelación que seguramente será tan mediático como el juicio mismo.
Mientras tanto, el país asiste a uno de los momentos más delicados de su historia política contemporánea. El juicio contra Álvaro Uribe no es solo un fallo: es un parteaguas.
Colombia 2026 ya no será la misma
Más allá de la pena que se imponga, el mensaje es claro: la política colombiana ya no gira únicamente alrededor de caudillos intocables. El veredicto contra Uribe puede abrir la puerta a nuevas narrativas, nuevos liderazgos y —ojalá— una democracia más madura y menos temerosa de investigar al poder.
Los dados están lanzados. Y el futuro político de Colombia se jugará en una cancha que, desde el 28 de julio de 2025, ya no es la misma.