Por: Robinson Gutiérrez
Uno de los elementos que se destacan en la cotidianidad discursiva actual, corresponde al interrogante de ¿Quién será el próximo presidente de Colombia?, pregunta determinada en buena medida por la presión que desde los medios de comunicación se hace, en función de visibilizar lo bueno y lo mano de cada candidato, ante el escenario electoral del próximo 29 de mayo.
En ese orden de ideas, tal avalancha informativa a favor y en contra de cada uno de los aspirantes, pero sobre todo en quiénes lideran las encuestas, han conformado un escenario de polarización política en la sociedad, categorizado de manera genérica como: derecha o izquierda. Hecho que poco contribuye a la comprensión de las propuestas políticas en sí, pero que estigmatiza al otro. En este caso, el contendor político.
Así pues, dicha polarización y estigmatización de los candidatos que lideran las encuestas actualmente, de a poco a viene consolidando al empresario santandereano Rodolfo Hernández, ex alcalde de Bucaramanga, pese a la poca a la experiencia de éste en la administración pública, pero con un discurso fundamentado en lo que la gran mayoría de los colombianos entiende como el principal problema de la nación: la corrupción.
En tal sentido, el discurso de las propuestas políticas de Rodolfo Hernández, se fundamenta en una necesidad sentida de buena parte de la población, que entiende la corrupción nacional como la matriz fundante de los problemas de la sociedad, misma consigna que le permitió acceder a la alcaldía de Bucaramanga en 2016 y destacarse administrativamente pese a sus problemas de comportamiento, vocabulario y poca diplomacia.
Circunstancias anteriores, que lo definen como un candidato que rompe el molde tradicional, teniendo en cuenta su trayectoria como empresario, su aparente desapego a los partidos políticos tradicionales, los cuales señala de corruptos y su actitud sin filtros para decir las cosas, que otros candidatos no dirían. De hecho, su narrativa como candidato presidencial resulta en buena medida alejada de lo tradicionalmente establecido, las cuales siempre se han enfocado en decir aquello que convenga, una e identifique, pese a la imposibilidad de hacerlo realidad.
En ese orden de ideas, ante un escenario de polarización como el actual, la desconfianza en los políticos tradicionales y la generalización que hace Rodolfo Hernández de la corrupción como
el fenómeno unicausal de todos los problemas de Colombia, pueden llegar a ubicarlo es un escenario distinto al cual se le asigna en las encuestas actuales. Y ¿Por qué no ubicarlo en una segunda vuelta?