Óptica periodística
Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-
Esta campaña presidencial en Colombia va a requerir que todos nosotros como prosumidores (Toffler, 1980) hagamos los mejores y mayores esfuerzos en cuanto a no tragar entero y no caer en las fake news, que hoy pululan como virus por redes y medios digitales. Sin duda ya estamos -como nunca antes- maduros la ingesta de los productos colgados a migrados a través de la Internet.
No es un secreto que están a la orden del día no solo la creación de medios y perfiles falsos, las llamadas bodegas, los bot como falsas comunidades en red, usados para llenar de propaganda negra en contra de algún candidato las redes sociales más usadas y consultadas por los colombianos. Además de ello la puesta en marcha con expertos en ID, ingenieros de sistemas y creadores de software, de algoritmos que permiten aprendizajes automáticos que estimulan la dispersión de contenidos altamente emotivos.
Tampoco lo es que utilizan dichas herramientas tecnológicas para inflar supuestos logros administrativos de los candidatos hoy en contienda, cuando estuvieron en labores de la rama ejecutiva, y que muchas veces son simples exageraciones, cifras amañadas, incompletas o con un solo enfoque, sin presentar sus reales alcances frente a los contextos de esos momentos.
La apariencia de verosimilitud, lo corto, impactante o rimbombante del mensaje es lo que se utiliza para captar la atención y busca que los colombianos solo se queden con lo más fácilmente digerible y consumible, para generar alta recordación y por ende repetición. El Expropiador, el del Narcotrá-Fico, el “gaseoso”, el “cachetaador”, la “indefinida”, en fin, muchos adjetivos que comienzan hacer epítetos de alto uso cotidiano en esta carrera presidencial.
Todo esto pareciera tener también una explicación en el hecho de que los latinoamericanos somos más propensos a creer y “gustar” de la desinformación. Y tal parece que es el propio idioma uno de los factores que lo permite por las variadas formas de usar, designar, significar palabras y términos en su uso dario. Pero, además, porque los controles que aplican ahora las plataformas como Facebook, Twitter y Google para detectar noticias falsas funcionan mejor para el inglés que para el español; por eso la desinformación y las teorías conspirativas siguen propagándose exponencialmente. O al menos, así lo estableció un estudio reciente de New Send, que aunque lo hizo para tratar de establecer el por qué aún la resistencia en algunos hispanos residentes en USA y Latinoamérica para vacunarse contra el Covid 19, sí da una luz frente a esa inclinación en tragar noticias falsas con tanta facilidad.
Así mismo, lo indicó un estudio realizado por First Draft News que establece que esos problemas, de los cuales los colombianos no escapamos, se dan por la falta de alfabetización mediática, el no poder diferenciar una noticia satírica de una real, no entender la sátira en su uso y si volverla realidad y verdad.
Igualmente determinante, según dicho estudio, es el papel de los líderes religiosos pues su aceptación y credibilidad entre sus audiencias permiten expandir mentiras o simples creencias sin bases reales, científicas o datos confirmados, y sus seguidores se quedan con lo que ellos les dijeron y así lo repiten. Incluso también su actitud de impulsar o crear figuras mesiánicas –políticas- que tienen la supuesta solución o salida a los males que los aquejan.
Otra dificultad es el masivo uso de plataformas de mensajería instantánea como whatsapp, que hace casi imposible detener o rastrear los mensajes falsos, muy distinto a las redes sociales que por ser de circulación abierta son más fáciles de rastrear en sus orígenes, detener los contenidos o bloquearlos.
Ante esta realidad, en muchos países las instituciones han establecido cinco simples y sencillas recomendaciones para evitar caer en la desinformación, el pánico, tomar decisiones personales y políticas apresuradas solo con base en las falsedades que circulan libremente. Importante tenerlas en cuenta en esta campaña electoral colombiana. Estas son: Googlea (una búsqueda rápida puede dar respuesta sobre la fiabilidad de su contenido), contrasta ( acudir a fuentes oficiales es la forma más rápida y segura), sospecha (una imagen corporativa, logo, sello o cualquier otro intento de hacerlo oficial por sí solo no acredita su autenticidad), consulta ( recuerda que, aunque la información no pueda considerarse falsa estrictamente, saber quién es el emisor puede ayudar a saber si es opinión o información objetiva) y no compartas (si dudas o piensas que puede tratarse de una fake news evita difundir. Muchas fake news pueden crear miedo irracional o hacer un enorme daño).