Óptica periodística
Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-
Una de las grandes reflexiones de este último Festival Gabo de periodismo, es la amplia discusión sobre la verdad misma, lo que la irrupción de la virtualidad, lo digital y la presencia permanente de las redes sociales hicieron sobre la cotidianidad de la vida contemporánea.
Pero no solo la verdad abordada desde el punto de vista filosófico, epistemológico, etimológico, mayéutico o hermenéutico, si no de esa nueva condición inocultable: una verdad real, frente a una verdad virtual, donde la una no es óbice para desconocer la existencia de la otra. Que ha logrado modificar las percepciones mismas del ser humano, la construcción de sentidos e incluso la lucha por el poder.
Precisamente la presencia de esa segunda realidad , la virtual –ojo, no por jerarquía si no por aparición-, pareciera haber exacerbado la lucha por el poder mismo y lo que se entiende de él; impulsando choques de narrativas de poderes disímiles y en la mayoría de las veces incontrolables por estar inmersos en los escenarios de la internet, logrando lo que muy pocos pensaban hasta hace unos pocos años, que se pusiera en duda la verdad misma como referente común. Incluso la verdad de la ciencia, la científica, que se creían estaban ya en un pedestal intocable del intelecto humano; pero igual, esa lucha ha fisurado la fe misma y su verdad, la de las creencias, los valores, los preceptos éticos y morales.
Hoy sin duda, parece que la verdad es lo que signifique para cada país, nación o grupo social una manera de entender su realidad, lo que las afecta, pero sin poner en riesgo la débil democracia desarrollada ni las estructuras mismas, las instituciones, lo considerado bueno y aceptado en los cimientos de lo construido históricamente. ¡Ojo! pero ya no es el periodismo un garante absoluto de la verdad ni un buscador exclusivo de ella.
Por eso, la tarea del periodista actual debe ser buscar verdades, crear y hacer las preguntas sobre esa verdad que se quiere vender o falsamente masificar e imponer, casi siempre en función de intereses particulares, grupales, reducidos y en beneficio de unos pocos poderosos. “Periodismo en función de la verdad, de su búsqueda, no de su absolutismo”, como dijo Jaime Abello.
Ahora la preocupación del periodista debe ser en línea con la pregunta que cada día se hace más la audiencia y el ciudadano ¿y a mí qué?. Es decir, desde la gente, para el otro, de eso cómo me toca a mí, me afecta en mi realidad, cotidianidad y en mi verdad. También, hay que desmitificar tantas “verdades” que circulan tan rápida, hábil y profusamente gracias a la realidad virtual y derrumbarlas desde la actividad periodística misma, ya que el periodismo vive los acontecimientos, va a la par de ellos porque también lo afectan, tal cual lo precisó Mónica Gonzáles periodista mexicana del diario El País, reciente ganadora del premio Gabo.
El periodismo de nuevo debe volverse imprescindible en su capacidad de llegarle a la gente, sus necesidades, sus realidades, las verdades que la afectan, sin perder de vista que frente a sí tiene el barullo de lo digital, el ruido permanente que produce la virtualidad, las redes, la cantidad de contenidos que circulan en plataformas y por lo cual es un deber del oficio prepararse desde y para esa tecnología. Igualmente, una labor inmediata es, precisamente aprovechando esas posibilidades tecnológicas y virtuales, para que los periodistas creen fans alrededor del buen periodismo, lo que hoy se llaman comunidades digitales fieles, a la relevancia de una buena labor.
Algo así, como que entre esas realidades reales y virtuales, “el periodismo se ocupe de la belleza pero no sea inofensivo”, en palabras de Pere Ortiz Andrés, periodista y ensayista español. Es decir, no una belleza solamente estética si no valiente, la no hacer lo mismo de siempre ni repetir lo que ya sabe hacer, sino arriesgarse a crear siempre; y de una belleza entendida como generosa, o sea, no dar limosna periodística, tener contenidos por rellenar espacios, si no la de contar historias siempre interesantes.
En fin, retos y reflexiones que quedan frente a dos verdades por asumir desde lo periodístico: la real y la virtual ¿cómo una sola? ¿cómo dos? ¿cómo complementarias?….